El otro fin del mundo

El plan era ir a Queenstown y después a Milford Sound pero se atravesó Semana Santa. Así que me quedé en Wanaka que es como un mini Queenstown. También tiene un lago pero no tanta vida. Llegué a un Airbnb con Dave, un poco de más joven que yo y también financiero, y sus chicas. No entendí bien cómo estaba el movimiento en esa casa pero no pude extender mi estancia para averiguarlo. La bendita Semana Santa. El pueblo es muy tranquilo y seguro; a tal punto, que la gente no cierra con llave las casas. El lago es tranquilidad pura. Y el paisaje es menos verde que el resto de NZ. De cualquier manera, el campo está tapizado de granjas de

borregos, vacas y también venados. Lo de los venados se me hizo bastante manchado hasta que probé un embutido que hace el hermano de Dave y lo reconsideré como una oportunidad de negocio.

De Wanaka salí hacia Te Anau que es la última población en la Isla Sur antes de llegar al parque nacional de Fiordland o la tierra de los fiordos. Me hospedé con Marie y Owen dos kiwis arquetípicos. Owen ya retirado fue granjero toda su vida y al parecer le fue bastante bien porque tienen una casa a todo dar con vista al lago. Me invitaron un par de cervezas y estuvo interesante hablar con ellos. Gente muy buena y sencilla. La mañana siguiente salí muy temprano para subir una montaña con vistas espectaculares del parque nacional. Al inicio salió a nuestro encuentro un perico grande de la zona muy desenvuelto que estaba buscando quien lo alimentará. Y de ahí me

fui al recorrido en barquito muy popular de los fiordos en Milford Sound. Es realmente impresionante el tamaño y las formas tan angulares de estas rocas gigantescas que se formaron con el peso que cargaban de los glaciares que hasta la última glaciación ahí existían. En el camino nos encontramos unas focas que reposaban sobre una de las rocas junto al mar.

Y mentalmente con Milford Sound terminó mi viaje a Nueva Zelanda. El pilón fue el día siguiente que salí a correr a un lado del lago de Te Anau y la ruta me llevó a los bosques del parque nacional. Es una delicia correr con esas visitas.