Día 3

Nos despertamos en el albergue a las 6:45 con la sensación de haber descansado de puta madre, en una cama como Dios manda y con sábanas limpias (nosotros también estábamos limpios en el sentido de que nos habíamos duchado allí la tarde anterior). Cogemos el 40 (pagando) y nos lleva a la estación de Brignole (habíamos parado en la del príncipe el día anterior).

A las 8:29 cogemos un tren rumbo a Pisa. LLegamos a esta ciudad a las 11:40. En información son muy amables. Nos indican cómo llegar al duomo y nos dan un plano de la ciudad. Después de caminar unos veinte minutos por las calles de Pisa llegamos a nuestro destino. El duomo (catedral), el baptisterio y la torre son tres construcciones impresionantes, molan mogollón. En directo es mejor que las fotografías. Intentamos entrar al duomo pero nos coscamos de que necesitábamos entrada. ¡No problem! Se paga y prou, eran 3000L, pero ¡sí problem! porque no nos dejaban entrar con mochilas, por tanto decidimos tumbarnos en el césped, a la

sombra, y disfrutar de los monumentos desde fuera.

Sobre las 13:30, volvemos a la estación y comemos en el McDonalds de allí (9900 L/ McPollo).

A las 14:38 cogemos un tren con destino Firenze.

Llegamos a Firenze a las 16:15. La primera impresión es muy buena, parece una ciudad muy bonita y eso que sólo acabamos de salir de la estación. Nos apresuramos a informarnos de dónde dormir y obtenemos como información que el único sitio es en la vía, o sea, la calle. ¡Todos los albergues de Firenze estaban completos. Intentando no perder la calma, volvemos a la estación para ver si algún tren salía hacia un pueblo cercano que tuviera un albergue donde dormir. En unos casos porque el albergue estaba completo

(prato) y en otros porque no había tren que nos llevara (Cortona, Castelflorentino,...), se nos iban agotando las opciones. Comenzábamos a ponernos nerviosos (todos menos Raúl, según él) porque nos veíamos durmiendo en la calle. Cuando ya nos habíamos hecho a la idea, un resquicio de esperanza surgió al llamar al albergue de Lucca. Nos dicen que quedan sólo tres sitios libres. Prestos, cogemos un tren a las 17:00 hacia esa localidad, a la cual llegamos a las 18:40. Por el camino, no parábamos de hacer cábalas sobre dónde dormir, por si al llegar a Lucca ya habían sido ocupadas esas camas.

Llegada a Lucca, tenemos la inmensa suerte (una vez más nos había salvado el instinto => ir a Lucca en busca de la última opción para dormir decentemente) de que las camas seguían libres.

Uff, yo ya me veía durmiendo en el carrer. Nos volvemos a duchar (por segundo día consecutivo) y salimos a cenar.

Lucca es una ciudad muy bonita, rodeada de una muralla y casi toda peatonal. Con varias iglesias y catedrales realmente bellas. Creo que es la ciudad que más nos ha gustado por ahora, más incluso que Pisa. Desde luego como ciudad es más bonita.

Hemos cenado en un sitio recomendado por un viandante italiano al vernos dudar en la puerta. El plato de spaghetti al ragú elegido por Jorge ha resultado ser una sabia elección. 5000L y estaba buenísimo. Lo malo es que nos han cobrado 8000L por el cubierto y 4000L por dos botellas de agua de 92 cl. Total, que hoy nos hemos pasado unos 10.000L del presupuesto diario (50.000L). Mañana visitaremos Florencia, comeremos de supermercado y ya veremos dónde dormimos.

Apéndice día 3 (a petición de los Marín Bro.):

Antes de dormir, nos fuimos a dar una vuelta por Lucca para ver la ciudad por la noche. Cuál fue nuestra surprise cuando vimos, creo recordar que por primera vez, jovenarias italianas y bullicio juvenil. No era como Alicante en hogueras, San Juan en verano o Elda en MOros, pero se puede decir que ambiente había. No podíamos creernos la suerte que estábamos teniendo, más aún cuando vimos en un cartel que el gran Lionel Ritchie con su “We are the world” actuaba esa misma noche a las 21:30 en la piazza Anfiteatro. Pero era las 22:30. Así que corrimos hasta dicha plaza y nos dimos cuen de que ya habíamos gastado nuestro presupuesto de suerte para ese día con la consecución de la cama par dormir, ya que el concierto de la superestrella se había suspendido. Cabe destacar en ese instante una frase de Jorge:

“Lionel Ritchie tocando y yo comiendo spaghetti”

Siempre en el supuesto de que hubiera tocado y el concierto hubiese terminado ya. Pero no, nos cercioramos, con el mejorante italiano de Raúl, que había sido suspendido.

Volvimos al albergue y a las 0:15 nos quedamos torraos.